Si existen dos rasgos de personalidad que no pueden atribuirse a Lionel Messi son la soberbia y el egocentrismo exacerbado. Al contrario. Desde su irrupción en el mundo del fútbol, el astro argentino se ha mostrado como un personaje humilde, accesible y terrenal.

Lo cuentan las decenas de periodistas que lo han entrevistado, lo mismo que sus ex o actuales compañeros y sus adversarios de ocasión, que jamás han visto en el argentino un gesto de superioridad, o de «ninguneo», o bien la negativa a intercambiar camisetas o posar para un foto.

El exBarcelona y PSG ha sido siempre el mismo, a los 19 años, a los 25 y ahora, que tiene 36. Adentro del rectángulo de juego o afuera de él. Da igual.

Aunque se respetan, Cristiano Ronaldo no ha ahorrado tiros por elevación a Messi.

Tal vez por su vigencia, por su educación o por las enormes diferencias de jerarquía que marcó con la mayoría de los futbolistas de su generación, Lionel Messi jamás tuvo la necesidad de medirse con otra estrella del concierto internacional para acentuar su valía, aunque lo buscaran o lo provocaran con declaraciones que, a simple vista, se relacionan con celos o simplemente con ansias de protagonismo.

Si alguna rivalidad futbolística de magnitud protagonizó durante su carrera fue con el delantero Cristiano Ronaldo, al que siempre respetó y casi nunca respondió cuando el portugués intentó minimizar algún logro del argentino para ensalzar uno propio.

En julio pasado, CR7 criticó de manera subrepticia a la Mejor League Soccer (MLS), la competición en la que desembarcó el crack rosarino tras casi dos décadas en Europa, al compararla con la Liga de Arabia Saudita, a la que él supo enriquecer tras una discreta actuación en el Mundial de Qatar con la selección portuguesa.

«La Liga saudí es mucho mejor que la MLS», consideró el máximo goleador de todos los tiempos, en lo que pareció un tiro por elevación al jugador de Inter Miami CF.

Este miércoles, en una rueda de prensa en Portugal, el exReal Madrid español bajó tres tonos a su picante discurso e intentó enviar un mensaje conciliador a los fanáticos de uno y otro.

«¿Odio (por Messi)? No veo las cosas así. La rivalidad se acabó. Fue buena, y a los espectadores les gustó. Aquel que ama a Cristiano Ronaldo no tiene por qué odiar a Messi. Somos los dos muy buenos: hemos cambiado la historia del fútbol», afirmó el delantero de Al Nassr.

«Somos respetados en todo el mundo, eso es lo más importante. Él hace su camino y yo el mío. Lo ha hecho bien, por lo que he visto. El legado continúa. Compartimos escenario durante 15 años y terminamos siendo, no digo amigos, pero sí compañeros profesionales que se respetan” añadió.

También la ha emprendido contra Messi el director técnico neerlandés Louis Van Gaal, cuyas desavenencias con jugadores de nacionalidad argentina son ya normales.

Ya son normales las diferencias entre Van Gaal y los futbolistas argentinos.

Van Gaal tuvo diferencias con Juan Román Riquelme en el español Barcelona y con Ángel Di María en el inglés Manchester United. También ha criticado sin nombrarlo a Diego Maradona cuando «Pelusa» dirigió a la selección argentina en Sudáfrica 2010 y, antes del Mundial de Qatar 2022, lo hizo con Messi.

«¿Cuántas Champions League ha ganado Barcelona con el que dicen que es el mejor jugador del mundo? Messi me gusta como futbolista individual, no como jugador de equipo. Yo creo en el juego colectivo. No hay nada más importante que el jugador de equipo», dijo el técnico, desconociendo, tal vez, que el argentino obtuvo cuatro veces con el cuadro español el torneo que él toma como parámetro cualitativo y cuantitativo.

Qatar 2022 fue histórico, y no solo por el tercer título mundial absoluto de Argentina, sino por la reacción que Messi tuvo ante el menosprecio de Van Gaal durante el partido de los cuartos de final que la Albiceleste le ganó a Países Bajos en la tanda de penales.

Pulisic, la estrella estadounidense que también aludió a «Leo», aunque sin nombrarlo.

No conforme con sus ácidas y singulares apreciaciones, el septuagenario entrenador volvió a subestimar hace unos días el título mundial de la selección sudamericana, al señalar que «estuvo amañado» para que lo ganaran Messi y Argentina, afirmación de la que se desmarcaron sus exdirigidos en la selección anaranjada.

El último «anti Messi» fue Christian Pulisic, quien, en otra crítica subterránea, aunque impregnada de evidentes celos, invitó a las celebridades de la farándula de EE.UU. a presenciar los partidos de la selección de ese país, que el jugador del italiano Milan capitanea, tal como hacen cuando el astro se presenta con la camiseta de Inter Miami CF.

Parece demasiado para un personaje que siempre ha respetado a sus rivales y que nunca necesitó «linkearse» con ningún otro para sentirse valorado.

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